por Borja Ribera
En este artículo se hace un repaso de parte de lo acontecido en la acampada de Valencia y más concretamente en sus asambleas. De cómo se fue vaciando de contenidos hasta llegar al vergonzoso consenso de mínimos y a la posterior desmembración de la asamblea.
“El movimiento de hoy, que no es de partido, sino que es un movimiento, casi podríamos decir un antipartido, sépase desde ahora, no es de derechas ni de izquierdas. Porque en el fondo, la derecha es la aspiración a mantener una organización económica, aunque sea injusta, y la izquierda es, en el fondo, el deseo de subvertir una organización económica, aunque al subvertiría se arrastren muchas cosas buenas (…). Sepan todos los que nos escuchan de buena fe que estas consideraciones caben todas en nuestro movimiento; pero que nuestro movimiento por nada atará sus destinos al interés de grupo o al interés de clase que anida bajo la división superficial de derechas e izquierdas” (Discurso de José Antonio Primo de Rivera en el Teatro de la Comedia en 1933) (1)
Transcurridos casi dos meses desde el inicio de las asambleas creo que ha llegado el momento de hacer una revisión retrospectiva y crítica de como se han ido desarrollando los acontecimientos. Estoy firmemente convencido de que la asamblea de la plaza del 15M (Valencia) ha sido manipulada por elementos afines al sistema económico dominante. Lo que no puedo afirmar es si eran personas que pretendían encauzar el movimiento conforme a sus ideas o si eran infiltrados del poder ‘stricto senso’, supongo que el tiempo lo dirá.
Echando la vista atrás nos plantamos en la semana posterior a la manifestación del 15M, tanto en las primeras asambleas, en las que éramos pocos, como en las inmediatamente posteriores, que fueron masivas, dominaba un espíritu combativo en el que subyacía un antineoliberalismo claro, cuando no un espíritu simple y llanamente anticapitalista. Era la semana previa a las elecciones y en ese contexto se impuso la primera limitación o medida de autocensura: se prohibía hablar en el turno de micro abierto de partidos políticos así como mencionar explícitamente a personas ya fueran políticos, banqueros o el vecino del quinto. Aunque esta medida ya me pareció cuestionable en su momento se podía entender por la desorientación lógica del comienzo y sobretodo por la proximidad de la cita electoral y la consiguiente amenaza de tirarnos de las plazas por interferir en la campaña. Yo y muchos tragamos.
Sorprendentemente esta medida se mantuvo tras pasar la cita electoral, al parecer había pasado de ser una medida temporal a ser un dogma incuestionable. Según algunos porque no éramos ni de izquierdas ni de derechas, según otros porque no estábamos ahí para hablar de política ni de economía (increíble pero cierto) y demás argumentos de ese calibre. Este discurso se hizo lo suficientemente fuerte como para que se acusara de alborotadores o de infiltrados a los que cuestionábamos la autocensura, ya fuera en las asambleas o en los distintos foros de debate de internet. En mi opinión esto llegó a ocurrir por la fobia de muchos de los miembros del movimiento a la llamada ‘política’, no alcanzaban a comprender que absolutamente todo de lo que allí se debatía dependía de la política, que el simple hecho de estar ahí era una acción política, que todos los acontecimientos de su vida estarán marcados por la política. Muchos se esforzaron en que perdurase esa confusión, y que la gente siguiera confundiendo Política con política institucional, pero esto no duró mucho tiempo, al final la gente se cansó porque aunque poco informados no eran tontos y se dieron cuenta de que esa autocensura solo restringía el debate. Una valiente señora hizo una intervención en la que criticó esta censura y fue aclamada por una inmensa mayoría (2). Todos pensamos que la medida en cuestión había quedado revocada por la asamblea, pero no, siguió imponiéndose hasta que mucho tiempo después, por inercia más que por otra cosa, se abandonó, pero el daño ya estaba hecho. Ya habían coartado el debate en los momentos en que las asambleas fueron más masivas y más apasionadas.
También fueron sorprendentes las medidas que se impusieron para agilizar las asambleas, al final el tiempo de cada intervención a micro abierto quedó limitado a un minuto, cuando obviamente exponer una idea o argumento correctamente y darle contenido es prácticamente imposible en ese tiempo. Curiosamente antes de que empezase el turno de micro abierto era el turno de las comisiones, en el que nos contaban sus propuestas y acciones, aventuras y desventuras de todo tipo, pero ellos no tenían límite de tiempo. Casi siempre se prolongaban las intervenciones de las comisiones por bastante más de una hora, empezando la asamblea de verdad, por la que todos estábamos allí, a las 9 de la noche pasadas (en teoría comenzaba a las 8), y eso con suerte. No creo que deba señalar los mecanismos según los cuales esto se podría haber evitado porque son bastante evidentes. El caso es que en el turno de las comisiones se despachaban a gusto, sin ningún tipo de prisa, hasta permitiéndose el lujo de hacer bromas insustanciales. En cambio se apremiaba a los compañeros que participaban en el micro abierto para que se dieran prisa, y en varias ocasiones muchos se quedaron sin participar por falta de tiempo.
En este contexto llegamos al aberrante consenso de mínimos (3), que sin saber muy bien por qué ni como, estuvo a punto de aprobarse. En una magistral intervención (4) un señor desmontó por completo no solo el consenso de mínimos, sino el decálogo del que partía y realizó una enmienda a la totalidad que fue ignorada por la organización de la acampada. Además se le trató como si estuviera loco, con una insultante falta de respeto hacia una persona mayor, mucho más formada y experimentada. Evidentemente tenían miedo de que les desmontara la jugada y con razón. En esta asamblea se hicieron manifiestas las prisas que tenían por aprobar el consenso, nada más comenzar a hablar el señor algunos de los miembros de la organización empezaron a hacer gestos para que pasara el turno de cara a la galería con tal de condicionarnos (cosa que hacían bastante a menudo). Pero, no sin dificultades, el señor acabó de exponer su argumento. Después se intentó por todos los medios que votáramos el consenso ese mismo día, pero no pudo ser, no coló. Finalmente un par de días más tarde se reveló que el consenso de mínimos coincidía sospechosamente con el programa de UPyD. Tras esto todo saltó por los aires, muchos dejamos de asistir con asiduidad a las asambleas y en las que asistí después pude comprobar que no eran más que una triste sombra de lo que fueron, recuerdo una a mediados de junio en la que no seríamos más de 40 personas, de hecho muchos de los acampados pasaban ya olímpicamente de las asambleas. Hasta dónde yo sé no se depuraron responsabilidades de ningún tipo, simplemente se corrió un tupido velo. Ya lo habían conseguido, habían dinamitado la asamblea al no poder manipularla. Habían dinamitado un espacio de debate popular con una fuerza y una representación sin precedentes (al menos para los que somos jóvenes).
Podría explayarme con otros aspectos sospechosos que, a mi entender, se han producido en la acampada: la falta de rotación en los puestos de organización y el carácter antidemocrático de estos (no habían sido elegidos por nadie), la marginación a ciertas personas en las comisiones, los intentos de influir en las asambleas de barrio, el papel del técnico de sonido, el comportamiento de los que estaban detrás del stand de organización intentando condicionar a la masa en las asambleas, la censura a artistas en la acampada, los intentos desesperados para que la asamblea de la plaza del 15M mantuviera una posición hegemónica, las votaciones que se repetían las veces que hiciera falta para que saliera lo que ‘ellos’ querían etc. Pero no lo voy a hacer.
La pregunta es ¿quién y por qué?
NOTAS:
1. Extraído del artículo ‘Ahora toca el fenómeno del 15-M’ escrito por Manuel F. Trillo: http://insurgente.org/index.php?option=com_content&view=article&id=7759:ahora-toca-el-fenomeno-del-15-m&catid=147:manuel-f-trillo&Itemid=519
4. La intervención a la que me refiero empieza en el minuto 3:40, pero la anterior también es interesante: http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=NdWjNk_3a6M Cito algunos momentos:
(...) ¿ese decálogo para qué sirve? (...) ¿dónde están las referencias a acabar con los contratos basura? ¿a acabar con el pensionazo? ¿a acabar con la reforma laboral? (...) ¿A QUIÉN SIRVEN LOS QUE HAN HECHO ESE DECÁLOGO? (...)
(…)Aquí en la asamblea las veces que yo he venido raramente se ha hecho una propuesta concreta, pero las propuestas concretas vienen de las comisiones (...) y cualquiera de ellas desborda el marco del decálogo (...) ¿Con este programa donde se va? a ningún sitio. (…)
(…) Aquí he oído a gente decir no somos de derechas ni de izquierdas. Lo siento, eso solo lo dice la extrema derecha. [También dicen] aquí no hacemos política. Vale, ¿pues qué estamos haciendo? (...)
(...)El decálogo dice de reformar la Constitución ¿en qué? (...)
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